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sábado, 31 de marzo de 2018

Historial de la Cartera Pasiva Tambolsa (2/4)


(Continuación de la primera parte: Historial de la Cartera Pasiva Tambolsa - 1/4)

Rentabilidad de la estrategia desde el año 2005


Una vez vistos los gráficos de las 4 variantes, ya podemos sacar conclusiones de la estrategia. Las rentabilidades de las 4 metodologías se mueven entre el +86% y el +132% para los 13 años analizados. Hay estrategias activas que son capaces de alcanzar el +1.000% por década, así que estos resultados no impresionan demasiado. Sin embargo, hay que reconocer que estamos operando con carteras pasivas y que, por tanto, el trabajo dedicado es mínimo. Si lo pensamos detenidamente, tampoco están tan mal dichas rentabilidades para unos sistemas de inversión que no nos exigen apenas intervención.


En cuanto a las rentabilidades anualizadas, las 4 carteras pasivas se han estado moviendo dentro del rango situado entre el +4,8% y el +6,6%. No se trata de una gran diferencia en el corto plazo, pero no opinaremos lo mismo al final de un ciclo de 20 años. Con un capital de 100.000 euros, al cabo de 20 años acabaremos con 260.000 euros si el rendimiento es de 4,8% y con 360.000 euros si hablamos del 6,6%. Es la magia del interés compuesto. En cualquier caso, no se trata de rentabilidades espectaculares, sobre todo si tenemos en cuenta que estamos ponderados al 100% en renta variable.

Por último, llegamos al apartado de las caídas. Por lo que respecta a este tema, las máximas excursiones adversas de las 4 variantes se mueven entre el 53% y el 59%. Se trata de una dispersión reducida, pero no oculta el hecho de que estamos ante drawdowns elevadísimos. Aún así, hemos de tener en cuenta que estas caídas del 50% son típicas de los sistemas pasivos y de las estrategias de value investing. Más que tachar a las carteras pasivas de inviables, lo que tenemos que hacer es analizar nuestra propia psicología y determinar si estos sistemas encajan con nuestra filosofía de inversión.

Evolución de la estrategia en el ciclo 2008-2018


Vamos a echarle ahora un vistazo al último ciclo de medio plazo de 10 años. Para ello, nos fijaremos en el comportamiento de las diferentes carteras pasivas durante el período 2008-2018 donde, obviamente, los resultados continuarán estando afectados por la crisis inmobiliaria de 2008. A priori los drawdowns máximos deberían ser similares a los obtenidos anteriormente, pero habrá que comprobar si se siguen manteniendo las rentabilidades anualizadas (o no). Al igual que antes, iremos repasando una a una las 4 variantes de la estrategia.


En la imagen anterior se aprecia que la rentabilidad obtenida por la cartera durante los últimos 10 años ha sido del +34%. No hay mucho que comentar sobre estos resultados. Cuando uno decide mantener una inversión toda una década, lo mínimo que se puede esperar es duplicar el capital. La realidad es que un +34% apenas sirve para cubrir la inflación durante ese mismo período. De hecho, hubiésemos conseguido el mismo resultado con un fondo de retorno absoluto del 3% anual y el sufrimiento hubiera sido mucho menor durante todo el camino.

Por lo que respecta a la rentabilidad anualizada, la cartera pasiva Bolsa & Materias Primas se ha quedado en un ínfimo +2,9%. Un rendimiento que, como hemos dicho, no serviría para incrementar el capital una vez descontada la inflación. Y lo peor de todo es que el máximo drawdown asociado a la estrategia se sitúa en el 53%. Desde cualquier punto de vista, no es aceptable operar con un sistema que incurre en caídas superiores del 50% para obtener rentabilidades anualizadas de sólo el +3%. Se mire como se mire, la ecuación beneficio/riesgo no sale demasiado bien parada.


Pasamos ahora a la cartera Bolsa & Inmobiliaria y en el gráfico se puede apreciar que el resultado acumulado de esta variante se ha situado en el +55% durante esta última década. Sigue siendo una rentabilidad realmente escasa, aunque hay que destacar que supera en 21 puntos a la de la variante anterior. Las materias primas han seguido sin tener un buen comportamiento durante el último ciclo de 10 años y eso se deja notar en la cartera con mayor número de activos. Si sois conservadores, mucho cuidado a la hora de incorporar este tipo de inversiones a vuestra cuenta.

Dicho lo anterior, hay que comentar que la cartera pasiva Bolsa & Inmobiliaria ha alcanzado una rentabilidad anualizada del +4,4%. Siguen siendo unos números escasos pero, al menos, ya no son tan insignificantes como los del primer caso. En cuanto al drawdown máximo, en esta ocasión se ha incrementado hasta el 56%. Nada que añadir con respecto a lo dicho más arriba, seguimos teniendo una relación desproporcionada entre la máxima excursión adversa y la rentabilidad de la estrategia. No es recomendable trabajar con estos ratios.


El gráfico anterior corresponde a la evolución de la tercera variante de la estrategia. La rentabilidad en el ciclo 2008-2018 fue del +55%. Curiosamente, y sin que sirva de precedente, el resultado es idéntico al de la variante inmobiliaria. La crisis inmobiliaria de 2008 ha hecho que, durante estos últimos años, la correlación entre la bolsa y los REIT se incremente notablemente así que no deben sorprendernos estos números. Eso sí, tengamos en cuenta que esto no es así de forma permanente y tarde o temprano la correlación volverá a situarse en torno al promedio histórico del 50%.

Seguimos con los datos. La cartera pasiva Bolsa Extendida ha alcanzado una rentabilidad anualizada del +4,4% en esta última década. Y el drawdown máximo también es muy similar al de la variante anterior: en este caso queda situado en el 55%. Seguimos viendo caídas por encima del 50%, lo cual es típico de los sistemas pasivos de largo plazo. Si vamos a trabajar con esta metodología, debemos estar preparados para soportar la pérdida de la mitad de nuestro capital. Si abandonamos cuando las caídas empiezan a ser abultadas, nuestra cuenta cerrará con minusvalías y ya no podremos disfrutar de la recuperación posterior de la estrategia.


Por último, vamos a echar un vistazo a la cartera Bolsa Básica. Tal y como se aprecia en la imagen, la rentabilidad en el ciclo 2008-2018 fue del +34%. La verdad es que esperaba más de esta variante de la estrategia, pero la realidad es que únicamente ha sido capaz de igualar el resultado de la cartera de materias primas (que, dicho sea de paso, era la peor de todas). Cierto es que en este período se ha sufrido lo más crudo de la crisis inmobiliaria de 2008 pero, aún así, esperaba que el rendimiento repuntara muy por encima del de sus variantes hermanas.

Lógicamente, la rentabilidad anualizada de la cartera pasiva Bolsa Básica se sitúa en el +2,9% (el mismo dato que para las materias primas). Nuevamente, nos encontramos con una estrategia que apenas es capaz de igualar a la inflación, con lo cual ya nos podemos olvidar de disfrutar de un crecimiento real de nuestro capital. Por lo que respecta al máximo drawdown, aquí estamos hablando de un 56%. Como hemos comentado anteriormente, se trata de un ratio beneficio/riesgo que no debería ser asumido por ningún inversor que no trabaje con el largo o el muy largo plazo.


(Continuará en la tercera parte: Historial de la Cartera Pasiva Tambolsa - 3/4)

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