Historial de la Cartera pasiva Tambolsa
Recordemos que la Cartera Tambolsa es una estrategia pasiva compuesta por una serie de activos ponderados en un mismo peso. Para su elaboración se escogieron productos relevantes de renta variable correspondientes a los sectores de Bolsa, REIT y Materias Primas. En teoría, esta combinación de valores sirve para maximizar el ratio rentabilidad / riesgo de una cartera pasiva. Eso sí, una cosa es la teoría y otra es la práctica. Por eso hoy vamos dedicar el post a analizar el comportamiento de este sistema de inversión durante las últimas décadas.
Hay que tener en cuenta que, en su momento, se escogieron los ETF como las herramientas más adecuadas para poner en práctica esta cartera pasiva. Eso sí, como todas mis propuestas, esta también es orientativa y cada inversor podrá escoger los productos que considere más oportunos. Si se sustituyen los ETF (Exchange Traded Fund) por Futuros o por Fondos de inversión, el funcionamiento general de la cartera debería seguir siendo el mismo. Eso sí, es muy recomendable tener soltura en el manejo de la herramienta elegida para operar.
En la tabla anterior se puede apreciar cuáles son los 12 ETF escogidos en su momento para la implementación de la estrategia. Recordemos que existen 4 variantes de la misma. La Cartera pasiva Tambolsa Básica se compone de los 6 primeros ETF (EE.UU. + Europa + Japón + Global + España + Emergente). La Cartera pasiva Tambolsa Extendida incluiría los 8 primeros ETF (Cartera Básica + Small Caps + Tecnología). La Cartera pasiva Bolsa & Inmobiliaria añadiría los dos fondos REIT a los ETF anteriores (Cartera Extendida + REIT Global + REIT Europa). Y, finalmente, la Cartera pasiva Bolsa & Materias Primas completaría la estructura con los dos fondos de materias primas (Cartera Bolsa & Inmobiliaria + Metales Industriales + Recursos Naturales).
Evolución de la estrategia desde el año 2005
A continuación, vamos a echarle un vistazo a la evolución de la cartera pasiva durante el ciclo 2005-2018. De esta forma, capturaremos la evolución de la misma durante la crisis inmobiliaria de 2008 y podremos hacernos una idea de cómo se comporta en estos escenarios de mercado. En cualquier caso, tampoco deberemos perder de vista la rentabilidad anualizada durante estos 13 años analizados pues, al fin y al cabo, este es el parámetro más evaluado por el inversor promedio. Eso sí, recordad que aquí no vamos a trabajar con stoploss alguno.
En el gráfico anterior podemos ver la evolución de la Cartera pasiva Bolsa & Materias Primas en el ciclo 2005-2018 (curva azul). Adicionalmente, también aparece el desempeño del índice de referencia Eurostoxx (curva roja), aunque en este caso el benchmark tiene poca relevancia. La rentabilidad acumulada por la estrategia durante estos 13 años fue de un +86%. No se trata de un resultado demasiado espectacular, pero ese es el problema de trabajar con operativas que no emplean ningún tipo de stoploss.
Visto de otro modo, podemos decir que la cartera pasiva alcanzó un rendimiento anualizado del +4,8% durante estos 13 años. Hablamos de plusvalías similares a las que se obtendrían con productos de renta mixta moderada pero, obviamente, estamos corriendo un riesgo mucho mayor. De hecho, no podemos dejar de fijarnos en que el máximo drawdown del sistema se ha disparado hasta el 53%, un valor excesivamente alto para todo aquel que no se considere un inversor agresivo. Como es fácil de adivinar, dicho drawdown se alcanzó durante los descensos provocados por la crisis inmobiliaria de 2008.
Nos centramos ahora en el gráfico con la evolución de la Cartera Pasiva Bolsa & Inmobiliaria durante el período 2005-2018 (curva azul). Recordemos que la composición es la misma que la del caso anterior pero deshaciéndonos de los dos ETF que invierten en materias primas. En esta ocasión, la estrategia incrementa su plusvalía hasta un acumulado del +122% durante estos 13 años. Como vemos, dejar de invertir en metales y recursos naturales nos ha sentado bastante bien. Ya lo he comentado en otras ocasiones: este tipo de activos son adecuados para sistemas especulativos pero no funcionan demasiado bien en estrategias pasivas de largo plazo.
En cualquier caso, la cosa ha mejorado ligeramente. Ahora la cartera pasiva incrementa su rentabilidad anualizada hasta el +6,3%, un 1,5% mejor que en el caso anterior. En cuanto al máximo drawdown, también se incrementa mínimamente y se sitúa en el 58%, un valor igualmente insostenible para el inversor conservador o moderado. Si nos decidimos a usar esta estrategia, hemos de tener en cuenta que durante las crisis bursátiles vamos a tener que soportar la desaparición de la mitad de nuestro capital. Meditemos sobre esto antes de lanzar la operativa.
Pasamos ahora a analizar la variante Cartera Pasiva Bolsa Extendida, compuesta únicamente de productos que invierten en Bolsa. Esto es, los mismos fondos que en la cartera anterior pero eliminando los ETF que se centran en la inversión en REIT. La rentabilidad acumulada durante el período 2005-2018 ha sido del +132%. Por tanto, queda claro que focalizarnos en el mercado bursátil habría sido más productivo durante este ciclo que tratar de diversificar incluyendo activos inmobiliarios o materias primas. No quiere decir que esto sea siempre así, pero sirve para hacernos una idea de por dónde pueden ir los tiros en el futuro.
Ahora los datos han mejorado un poco más. La rentabilidad anualizada de la cartera pasiva sube hasta el +6,6%. Ha conseguido superar en 0,3 puntos a la cartera inmobiliaria y en 1,8 puntos a la cartera de materias primas. Eso sí, el máximo drawdown sigue situado en un descomunal 58%, ya que la crisis inmobiliaria de 2008 afectó igualmente a los mercados bursátiles. Pero bueno, ya que no hemos sido capaces de reducir la máxima excursión adversa, al menos hemos podido incrementar ligeramente el rendimiento anualizado. No es lo deseado, pero algo es mejor que nada...
Por último, echemos un vistazo al comportamiento de la cuarta variante del sistema: la Cartera Pasiva Bolsa Básica. Para implementar esta variante, procedemos a eliminar los ETF que invierten en Tecnología y en Small Caps, quedándonos así únicamente con los activos que operan desde un punto de vista geográfico. La rentabilidad acumulada por la estrategia durante el ciclo 2005-2018 ha sido del +107%. Esta vez se rompe la tendencia y la variante con menos diversificación sólo es capaz de batir a la cartera de materias primas. Por contra, se queda 15 puntos por debajo de la variante inmobiliaria y 25 puntos por debajo de la variante extendida.
La estrategia más sencilla no ha resultado ser la más rentable. El rendimiento anualizado de la cartera básica se queda en el +5,7%, por debajo tanto de la cartera inmobiliaria como de la cartera de bolsa extendida. En cuanto al máximo drawdown, al contrario de lo que se pudiera pensar, resulta ser el peor de las 4 variantes y alcanza nada menos que el 59%. Como se aprecia, ninguna de las 4 carteras es capaz de mantener el drawdown por debajo del 50%, lo que pone de manifiesto el principal peligro de las estrategias pasivas. La única forma de trabajar con estas operativas es plantearlas con objetivos de largo o de muy largo plazo (a más de 20 años vista).
(Continuará en la segunda parte: Historial de la Cartera Pasiva Tambolsa - 2/4)
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